miércoles, 10 de septiembre de 2008

La globalización cervecera


A principios de verano vi una noticia que trajo una reflexión conjunta en el equipo de penitentes cerveceros que tengo por amigos. Se anunciaba la fusión de las hasta ahora segunda y tercera mayores compañías cerveceras del mundo, InBev y Anheuser-Busch respectivamente, arrebatando así la primacía mundial por ventas a SABMiller.

Lo que en un principio aparentaba constituirse en el no va más de la globalización cervecera y tras una rato de arduo debate y análisis descubrimos que no se trataba sino un paso más en el escalafón.

De hecho si uno se bebe una Urquell, buque insignia de la cerveza checa, en realidad se está tomando una cerveza propiedad de una multinacional de origen sudafricano, con sede en Londres y cuyo máximo accionista es un colombiano, el más rico de Colombia, que vive en Nueva York.

Y es que el caso checo es de los más significativo, pues es el primer país en consumo per cápita de cerveza, y tienen la cerveza como un orgullo nacional. Pues bien, de las tres primeras marcas por volumen de producción sólo la tercera Budejovicky Budvar permanece en casa y no se sabe por cuanto tiempo puesto que está en manos del gobierno y tendrá que privatizarla. Las otras dos son la citada Urquell y la no menos internacional Staropramen, perteneciente al nuevo grupo belga-brasileño-norteamericano.

En España la situación no es distinta y el grupo Mahou-San Miguel lucha por permanecer libre de las Heineken, Carlsberg de turno.

Menos mal que nos quedan los padres trapenses en sus refugios monacales.

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