miércoles, 19 de noviembre de 2008

Impresiones en una estación de tren

La espera en la estación de tren es muy distinta que en el aeropuerto. La gente se comporta,nos comportamos, de diferente manera. Hay menos deambulatorios con el móvil y menos conexiones con portátiles.

Poca gente lee libros, se ven muchos más periódicos, y es más raro ver gente durmiendo.

Todos parecemos estar más expectantes, tener más prisa para que salga nuestro tren y los grupos alrededor de las pantallas de información son más numerosos. Hasta los mensajes que dan por los altavoces son más rápidos, apenas inteligibles.

Además están las maletas, los ferrovitas cargan con sus maletas. Grandes con ruedas, bolsas, mochilas de todos los tamaños y colores. Se puede jugar a inventar historias de viaje para las maletas y sus dueños. Esta pareja de chavales jóvenes con cara de cansados y dos grandes maletones a juego envueltos en plástico viene de Cancún, de su luna de miel. Esta señora mayor con cara triste y un bolso de nylon apenas aparejado viene del entierro de un familiar que ha muerto un poco por sorpresa, ha echado cuatro trapos a la bolsa y ha salido corriendo.

El grupo de los de corbata es más pequeño y muchos se ocultan en la Sala Club. También es más multicultural, salvo claro está la zona internacional de los aeropuertos. No me refiero a los empleados, que en ambos sitios son su mayoría inmigrantes, sino a los viajeros.

Luego dentro del tren es distinto. Aparecen como por encanto los artilugios electrónicos y son frecuentes las conversiones en el móvil. Ya no dice eso de que es mejor hablar en las plataformas. Los pasajeros tienen sus conversaciones cómodamente sentados en sus asientos con la documentación, papel o electrónica, en las bandejas delante de sus narices.

Por el rumor que me llega la mayoría de las conversaciones son sobre negocios: se cierran citas, se pregunta por los pedidos... Sólo cerca de la estación de destino se hacen llamadas más personales: estoy llegando en unos minutos te veo y esas cosas.

Una comercial de una empresa va sentada detrás de mi. Tras cerrar una cita, era interrogada por su interlocutor de porqué viajaba en tren en lugar de en avión. Ella contestaba que podía trabajar por el camino, hacer llamadas, conectarse por el ordenador, pierde menos el tiempo.

Pero no se ha dado cuenta de otra cosa, en tren se ven los paisajes. Vas viendo la diferencia entre los secarrales del centro y los colores más verdosos del norte, los depósitos de chatarra a lo largo de las vías ¿Por qué habrá tanta chatarra cerca de las vías de tren?

Me gusta viajar en tren y eso que no he contado lo de la precaución, por no decir miedo, que me dan los despegues y el dolor de oídos de los aterrizaje

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